/Históricamente el imperio español usó las pestes como efectiva arma de guerra contra la nación mapuche y otras primeras naciones, posteriormente el Estado chileno descuidó el tratamiento de las epidemias en tierras mapuches para aprovechar su mortífero efecto y facilitar la usurpación de territorio. Hoy, esperamos que la estrategia sea diferente. Esperamos que el Estado le responda con reciprocidad a un territorio que aporta un tercio de la energía eléctrica del país a costa de sacrificio cultural y medioambiental. Este es un grito exigiendo el derecho a la vida/
Hoy, sábado 30 de mayo, la Seremi de Salud informa que Alto Biobío tiene 69 personas infectadas con Coronavirus, pero sabemos que las no identificadas pueden ser muchas más. Cuando la autoridad sanitaria vino a Alto Biobío el miércoles pasado conocía la magnitud del problema, prometió medidas más pertinentes, las que no han llegado.
La tasa de incidencia de casos positivos cada diez mil habitantes alcanza el triste y terrible récord de 101,8 personas. Por lejos la más alta de la región del Biobío. En la comuna pewenche de Alto Biobío el riesgo de enfermarse de Coronavirus triplica al de la comuna en segundo lugar de la región.
A este enorme número de casos, se suma que todos los años se corta la electricidad, los caminos, la señal de teléfono y de Internet, por días, semanas e incluso meses. Tal y como ocurrió el año pasado con un derrumbe que dejó aisladas a más de 2 mil personas en la Ribera del Queuco, por un mes y medio.
A esto se suma que tenemos la tasa de hacinamiento más alta de la Región y una de las más elevadas de Chile, junto con los índices más altos de vulnerabilidad social de todo el país.
El Coronavirus vino a desnudar y profundizar el abandono en que el Estado ha dejado Alto Biobío.
Desde el primer momento le exigimos al Estado que cumpliera su mandato y reaccionara con medidas de prevención adecuadas y pertinentes a nuestra cruda realidad, pero estas no llegaron.
Nos aburrimos de esperar y nosotros mismos levantamos una barrera sanitaria desde el 20 de marzo, con ayuda de trabajadores de la salud, funcionarios municipales, Carabineros y de la comunidad.
Muchos nos criticaron, pero más de dos meses contuvimos la enfermedad, porque sabíamos (y se los dijimos muchas veces) que bastaba que llegara una persona contagiada para que se esparciera rápidamente el virus porque compartimos los mismos Buses, por el hacinamiento y porque visitamos los mismos negocios y el único cajero.
Tres días después de que se identificara el primer contagiado, nosotros, de forma autónoma y en pleno conocimiento del territorio, declaramos Cuarentena Responsable Total, porque entendimos que la respuesta del Gobierno iba a llegar tarde.
Hoy, antes de que comiencen las nevazones que alcanzan los dos y tres metros, antes de que se corten los caminos por semanas o meses, antes de que quedemos incomunicados sin teléfono y sin Internet, antes de quedar sin opciones, HOY es que el Gobierno debe escucharnos y actuar.
Necesitamos que el Gobierno apoye con recursos nuestra Cuarentena Responsable Total, que la reconozca y la haga obligatoria para que esas canastas familiares que se van al 70% del 40% de las familias santiaguinas, lleguen también a la comuna más vulnerable de Chile.
Necesitamos que todas las personas de Alto Biobío, sobre todo aquellas que hayan estado en contacto estrecho con personas contagiadas, tengan la tranquilidad necesaria de que nada les faltará en su Cuarentena.
Históricamente el Estado ha dejado en segundo y tercer plano a Alto Biobío, excepto cuando quieren presumir interculturalidad o construir represas.
Los españoles usaron las enfermedades como armas de guerras, el Estado chileno en las décadas de 1870 y 1950 desatendió las epidemias en suelo mapuche haciendo correr el rumor de que no nos afectaban, permitiendo por omisión que miles murieran y dejaran sus tierras a colonos foráneos. Nuestros abuelos aún cuentan historias del chavalonko que hacía desaparecer a familias enteras encerradas en sus rukas.
Estamos en 2020 y esperamos que la estrategia del Estado haya cambiado y se tomen las medidas necesarias para ayudar a mantener viva una cultura milenaria que habita un territorio único, tierra que se ha usado como zona de sacrificio hidroeléctrico para asegurar el futuro de Chile.
Esperamos un mínimo de reciprocidad. Alto Biobío exige su derecho a la vida.
Firma: Nivaldo Piñaleo Llaulen, alcalde de la comuna de Alto Biobío
(Fotografía: Gentileza lamngen Luisa Paine)